Saturday, March 14, 2009

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"Salí de trabajar casi corriendo para tomar el subte hacia una dirección que creía era exacta. Iría a encontrarme con una amiga que hace tiempo no veía en un recital. Bajé del subte. Cuidé mis pertenencias como quien convive con la inseguridad de todos los días. Caminé unas cuadras. Busqué Bulnes 666. No había nada allí más que un hombre parado en la puerta, el lugar cerrado. Caminé hasta la esquina, hacia un kiosco para meterme allí y llamar a quienes supuse me dirían la dirección exacta. Nadie contestaba el llamado. El hombre que estaba allí parado me siguió esa media cuadra. Yo sabía que no intentaría robarme, más bien él pensaba que yo era alguna persona que lo estaba buscando. Son esos típicos personajes que suelen rondar por las porteñas noches de los encuentros a ciegas. Traté de correr a un ciber a buscar información lo más rápido posible, y fue allí cuando me mandaron un mensaje con la dirección exacta. Traté de tomar un taxi, pero mis intentos de tomar un taxi parecían transportarme al New York actual, ninguno se detenía. Caminé muchas cuadras hasta que uno paró y me dejó en donde debería haber estado hace una hora.
Allí me encontré con mucha gente conocida que hace tiempo no veía. Gente que te pregunta cómo estás, que no te ve hace tiempo, que te abraza, que te brinda un cálido beso. Fue raro y algo extraño. Rodearte de personas que parecen estar interesadas en vos. Sentir por lo menos por un momento que alguien ha pensado y de alguna forma sabe que existís. Por un momento. De ese lugar me fui solo. Si bien me habían invitado a salir después de ese encuentro yo ya había quedado con un "amigo" a ir a verlo en una fiesta, por lo menos pasar a saludarlo. Me fui solo. Tomé un taxi, de hecho, el peor taxi que pude haber tomado con el taxista de peor humor que he visto.
Llegué a la fiesta situada en un boliche. Entré. Algo de gente. Mensaje de texto enviado. Decidí esperar en la barra con la simple compañía de un trago y un(os) cigarrillos a que mi "amigo" llegara. Llegó. Me saludó. Alcancé a abrazarlo. "Ya estoy con vos" - me dijo. Decidí sentarme y seguir con la más fiel compañía de una bebida y mis cigarrillos, sabía que no me dejarían.
Mi cabeza daba vueltas y no justamente por algún efecto secundario de lo consumido. Estar en un lugar lleno de gente y con una terrible decepción en cuanto a mi soledad inundaba mi mente de pensamientos, sobre todo en ese momento, ya que la última semana me sentía relativamente débil en cuanto al tema. Las personas pasaban cerca mío y yo no podía más que hacerme a un lado. Había caras que me parecían familiares, pero me propuse ligar ese familiariadad a que hoy en día la mayoría de los jóvenes siguen muchos estereotipos (quizás podría incluirme) y sus vestimentas e incluso sus rasgos físicos logran asimilarse.
Seguía solo, irónicamente en un lugar lleno de gente. Trataba de ver si mi "amigo" volvía a aparecer. Quizás estaba en la pista bailando, pero yo no iba a ir, convivo con cierto miedo al contacto a las masas de gente desconocida. Yo sabía que él iba a estar ocupado, siempre rodeado de gente, sabía que un boliche no era el mejor lugar para hablar después de meses y meses sin vernos, pero me conformaba con cruzar un más que "Hola ¿Cómo estás?". La profunda soledad en la que me encontré encerrado me ayudó a darme cuenta una vez más que no pertenezco a ese tipo de lugares. Gente juzgándote por tu apariencia hasta el más mínimo detalle, miradas que van y vienen, grupos exclusivos de personas, extravagancia en un punto excesiva. Estaba solo y suicidándome con palabras contaminantes.
Miraba la hora. Un cigarrillo más era la distancia que tenía entre el tercer taxi que tomaría y la esperada llegada de mi "amigo". No venía. De repente, un rostro familiar. Un fantasma. Fruto de mi mente (quise convencerme) que nunca logró olvidarlo, se transportó hasta este momento en el que justamente me sentía tan vulnerable. Por como mi cabeza trabajaba en contrato con mi corazón, quise creer que ella deformó algún rostro muy parecido al suyo, transformándolo en todo lo que alguna vez quise. Refregué mis manos en mis ojos intentando secar las lágrimas invisibles, puesto que sé, los hombres no lloramos. Volví en sí como si me hubiera dormido, como si ese momento hubiera sido una pesadilla, algo salido de esa realidad. Miré el techo y respiré profundamente. Bajé la mirada. Miré al frente. Allí estaban su cabello, su mirada penetrante, su frágil cuerpo. Sentí su mirada o quizás fueron tan fuertes mis deseos de tenerla que la sentí mía por mucho menos de un segundo. Yo apreté mis ojos fuertemente, aguanté la respiración, tapé mi rostro con mis manos. Sentí en mi estómago el dolor como no lo he sentido antes. En cambio mi corazón, ya conocía de ese dolor desde el día que te había visto partir en aquella esquina del barrio de San Telmo.
Aún no puedo entender, que dejaste en mí, que cada momento en el que mi corazón tiende a marchitarse, estás allí para ayudarme a caer un poco más. Compararte con el sol, fuiste cálido, hasta que tu brillo logró quemarme. Quisiera saber por qué en estos tiempos de soledad y con tu ausencia, supiste aún estar presente para inspirar en mí las frases más desesperanzadas sobre el amor. Quisiera darme cuenta de la cantidad de rechazo al amor y a la gente que sembraste en mí.
Mis ojos siguieron más que cerrados, caminé con mi respiración detenida y mi asustado corazón. No quería verte, ni quería que me vieras. Ya había sido demasiado para una sola noche. Atravesé la pista de ese boliche casi corriendo. Divisé a mi "amigo" a lo lejos. Le hice señas, a las que no respondió. No encontraba la puerta ¡Cuánta impotencia! Querer huir sin una puerta por la que salir. El cigarrillo que llevaba en mis manos se había consumido a base de nervios. Llegué a la calle practicamente vacía. Ella, yo, mi frustración. Tomé el taxi. El tercero y último.
Es triste. No hay nadie a quien llamar para pedir ayuda. No tengo ese número de emergencia que todos suelen tener en los momentos en los que necesitan un hombro sobre el cual llorar. No tengo ni esa madre o ese padre que me espera en mi casa para ver porque llegué temprano o tarde. No existe el hermano confidente, la amiga fiel... Somos mi mente y yo, y desafortunadamente, ella no está de mi lado. Todavía me quedan muchisimas cosas por atravesar. Solamente espero, espero poder solo."

(y la última vez que escribí tanto, también fue por él)

3 comments:

Cristian Tomás Palacio said...

Es feo no tener a quien confiarle todo, yo puedo tener una amiga que me escucha, una madre que me espera, pero aveces no hay quien te pueda ayudar y la salida a tus problemas o dolores sos vos mismo, o escribir.
Será por eso que no tengo textos felicices, porque cuando estoy feliz no escribo, debe ser eso.
Me encanto leer tu noche, aunque haya sido fea.
Un beso divino-

grabadora.DESCOMPUESTA said...

juan soi chusma ii aw para esos tiempos recuerda lo que una ves me digiste cuando te sientas tan mal i debes sacarlo mandame un meil io lo leere te diria llamame a cualquier hora que quieras pero nuestra situacion es algo cara i quedariamos pobres i odio leer tus textos tristes porque siento demasiada impotencia al no poderte ayudar i me enoja andar tan lejos cuando necesitas a alguien que sin pensarlo dos veces te brindaria mi apoyo pero igual me gusta leerlos porque es una ventana al saber como estas ya que no charlamos muy seguido aii pum te quiero tanto enserio nose porque desde el primer momento te quise i te tuve confianza nisikiera sabia nada de ti creo que sentiste lo mismo nose solo espero que todo ande bien i no te undes en tus pensamientos porque lo poco que conosco de eso te confunden i te hacen un poco de mal pero los logras controlar aii pum u.u quisiera la mugre felicidad extrema para ti porque te lo mereces por todo TODO te quiero mucho REALMENTE nada de estereotipos estupidos

Nuchyta87 said...

Ok, me gusta lo qe escribis.
(pablo, el versatil de ramos, dice qe te avise qe soy amiga suya)
PD: qiero obviar lo del versatil de ramos (?) jaja
Repito: me gusta lo qe escribis...