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"Me asusté al escuchar que dijo:
- Chicos, tengo que contarles algo.
Ella tiene 33 años. Una vida ya casi hecha, pero quiere graduarse en la Universidad, lo necesita para aspirar a un mejor puesto laboral en su empresa y para sentirse mejor realizada como persona, supongo. La escuché atento, sabía que algo imprevisto diría.
-Tengo miedo - respiró profundamente y retomó. - Creo que aún estoy enamorada de mi primer amor. De mi amor de hace trece años.
Silencio, quizá fruto de algo realmente inesperado, cuando hace menos de dos minutos hablábamos de Ciencia Política y los conceptos platónicos. Estaba listo para escuchar una historia de encanto y desencanto, de desencuentros y quizá, futuros encuentros.
Ella siguió contando al son de algunas preguntas mías y de nuestra acompañante del café.
-Él ya ha conformado su familia, está casado y con una hija. Su esposa me detesta, su madre me confió cuánto él me estima. Yo tengo a mi marido, pero no estoy casada legalmente. Su madre también me ha dicho cuánto piensa en mí y yo le he dicho cuánto pienso en mí. Sueño con él.
Apenas lo contó, traté de hacerla callar de una manera muy rara, no por no querer escucharla, sino que quise darle a entender que no quería escuchar de separaciones, que su divulgación aumenta el pesimismo. Pero a la vez, estaba dispuesto a seguir escuchándola.
Nuestra compañera dio su opinión: La vida es una sola, y lo mejor es intentarlo para cerrar una puerta definitivamente o quizá abrir una en la que al entrar se verían juntos.
Me pareció convincente cual político con seductoras promesas de "orden y progreso". Y como tales políticas prometedoras de orden y progreso, lo difícil es llevar a cabo el proceso.
Fantasmas del pasado y cafés para no caer dormidos. La política como un campo, como reglas que nos estructuran. El ser y el deber ser. El deber olvidar y el no poder. El intentar seguir un rumbo que es el correcto según nuestra mente, pero nuestro corazón como un detonante en la sociedad, nos indica rumbos que no deberíamos tomar.
Fantasmas del pasado que nos asustan quizás (y como un número de mala suerte) cada trece años. A algunos me suelen asustar frecuentemente, no esperan tanto ¿Y cómo hacer para evitarlos? Muchas noches, decidimos no dormir, para que en los sueños no se metan. Pero cuando el cansancio nos invade, no hay forma de luchar en contra de ellos y así nos poseen esos espíritus que no encuentran la paz.
La pregunta golpea violentamente en mi cabeza: ¿Somos capaces de cerrar etapas o estamos condenados a la cíclica inestabilidad? ¿Será en verdad su único amor o una crisis de esas que todas las parejas deben soportar?
No pude responderme, hoy me dieron ganas de viajar,
(a City Bell más precisamente)."
Saturday, May 23, 2009
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2 comments:
Que lindo que escribis querido! Un beso, que estes bien :D
Un chusma:
¿qué estudias?
Creo que es cíclico a veces
sí
o algo así
ya ni sé
espero que estés bien (:
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