Tuesday, October 19, 2010

Love & Communication. Perdía el equilibrio de a momentos. Te buscaba y no te encontraba. Los colectivos tardan en llegar. El amor en Buenos Aires también. Me gusta hablar fuerte, me inhibo muy rápido muchas veces (¿Cuántas cosas ganamos sacado lo que está adentro nuestro? ¿Cuántas cosas perdemos si somos realmente como somos?).
Un café frío azucarado, algunas galletitas y palabras raras, muchas palabras raras. Él venía de lejos con frustración por no haber podido encontrarse con quien alguna vez su novia. Me confesó que si ella volviera con él, sería diferente. Él había cambiado, y no la engañaría. "Todos podemos cambiar, para bien..." me dijo asincerándose. ¿Realmente estaba viviendo el proceso llamado "maduración" o solamente intentaba convencerse a de que no arruinaría nuevamente las cosas, a costa de lo que realmente haría? El colectivo se movía con su historia. Seguramente se fumarían unos "churros" (como decía el mensaje que me mostró que ella le había enviado) y probablemente terminarían actuando bajo las influencias del amor.
Un poco más lejos, pero no tanto quizás. Hablando con una chica de corte moderno (post). Las luces eran suyas. La noche también. Su beba dormía con su abuela. Cuatro años. "¡Feliz día de la Madre!" le dije. La vida se mueve a ritmos insospechados. Nos sorprende. A veces no tanto. De todas maneras, ella ya se había separado del padre de su hija. Estaba de novia con un chico que me convidó algo para tomar. La vida es una rueda. También muchas veces, la vida es como una mandarina, simplemente me gusta, mucho. Y ella era la canción buscando el ritmo. Y seguramente no elegiría vivir otra vida más que la suya (y las cicatrices son para que no olvides los golpes).
Yo miraba hacia arriba y pensaba: El día que no encuentre nada nuevo en el Cielo, tendré que cambiar de planeta, no tendría nada más que hacer aquí. Uno, dos cigarrillos. Y sentí tu mirada por sobre mi rostro. Y decidí no detenerme hasta que mi mano pudiera acariciar la tuya.
Entre murmullos de la ciudad, nos perdemos por la calle, removemos la basura, vestimos actitudes que creíamos que nunca vestiríamos, intentamos cambiar la realidad buscando y encontrando. Entre palabras raras, caricias y miradas, de vez en cuando es bueno sentir que podemos tomar el mando y recuperar el ritmo.

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